Circuitos agroalimentarios y los retos de la comercialización electrónica 1/2/3

Los circuitos agroalimentarios nos aproximan desde nuestras apuestas vitales alrededor del alimento, nos posibilita estrechar lazos entre consumidores y productores, empoderándonos del acto político de la producción y del consumo. Es pensarnos desde una lógica más justa y fraterna entre los actores, las comunidades y el ambiente”. Integrante Comité Salsa BC

Relación campo – ciudad y el alimento

Cuando se habla del campo usualmente la mente se dirige a la ruralidad, al lugar donde se llevan a cabo las actividades productivas, pero pocas veces se piensa en las relaciones que desde la ciudad se tienen con el campo, de la producción y el consumo de alimentos, de uno y otro ecosistema. Desde el lado del consumo, se suele olvidar que los alimentos han sido cultivados, cuidados y posteriormente entregados para que de una u otra forma llegue a la cocina, la mesa, la vida.

Sin embargo, y a pesar de no ser evidente, al consumir alimentos existen relaciones cercanas con quienes los producen. Los alimentos que se consumen a diario van creando relaciones de distinto tipo entre consumidores y productores, entre el alimento que decide consumir alguien y la forma cómo este se produce. No es lo mismo consumir productos orgánicos que provienen de un monocultivo propiedad de una multinacional a consumir los que provienen de pequeños productores. Tampoco lo es, cuando se logra establecer un encuentro directo entre consumidores y productores, se potencia el reconocimiento de la labor de la producción y se fomentan las formas alternativas de producción de alimentos.

El modo en que se accede a los alimentos también tiene un efecto en la relación con quienes los producen. La forma predominante de compra de alimentos se da a través de largas cadenas de intermediación en las que, detrás de las góndolas comerciales es invisibilizada la persona que da su trabajo al cultivo, la cosecha o la transformación de los alimentos. Cada día es más difícil para el agricultor campesino, familiar y comunitario subsistir del trabajo agropecuario. Los costos de producción y de transporte son cada vez más altos y la competencia con las grandes superficies es cada vez más dura.

Más aún, las relaciones entre actores urbanos y rurales se hacen difusas en el creciente contexto de la virtualidad en donde se concentra la atención en las facilidades y características del entorno web. En general, las plataformas e-commerce deslocalizan al consumidor aún más de sus interacciones con el circuito agroalimentario, permitiéndole recibir los alimentos desde las acciones de su medio electrónico, sin necesidad de detallar el producto, conocer su forma y trayectoria de producción, como tampoco visibilizar a productores y transformadores.

El lugar de quienes producen alimentos en los circuitos agroalimentarios

Es necesario empezar a hacer una valoración del trabajo que estos productores realizan cada día en sus fincas, de la resistencia que deben tener para seguir trabajando allí y no salir a buscar otras fuentes económicas alternativas, o migrar a las ciudades para tener un salario que cubra, por lo menos, sus necesidades básicas. Es necesario valorar el esfuerzo de muchos de “producir sano”, de cambiar el modelo de cultivo convencional, con alto uso de químicos, por uno que no solo cuida la salud de quien los consume, sino también del medio ambiente, una producción diversa y al alcance de muchos más colombianos, porque la venta directa lo permite. Una producción que ayuda a que la ruralidad aún pueda seguir abasteciendo alimentos a la población rural y urbana.

Es importante agradecer el trabajo duro que realizan tantos colombianos para que se tenga la oportunidad de una alimentación más sana y un medio ambiente protegido. Los espacios de contacto directo con los productores facilitan ese ejercicio y promueven el consumo responsable, más informado y consistente de esa relación de los y las consumidoras con su alimento y a través de este con quien lo produce.

Los mercados campesinos, étnicos y agroecológicos han sido protagonistas en el fortalecimiento de la relación urbano-rural. Estos escenarios constituyen circuitos agroalimentarios que, en tanto procesos sin intermediación o con intermediación solidaria, potencian las oportunidades y los beneficios de quienes producen alimentos. Así mismo, requieren del trabajo colectivo y constante de diferentes actores: de productores (para fortalecer sus procesos productivos), de consumidores (para informarse y jugar un papel más activo), de organizaciones que fomentan los escenarios de comercialización (ONG, colectivos culturales, cooperativas, etc.) y de funcionarios y gobernantes locales y nacionales; estos últimos son claves para llevar a la agenda pública las necesidades de los actores de los circuitos agroalimentarios. Así, los mercados campesinos, étnicos y agroecológicos necesitan tanto de los productores como de los consumidores para subsistir; los consumidores pueden ayudar a que los productores rurales sigan trabajando en el campo y tengan los medios suficientes para una vida digna.

Retos de la comercialización electrónica alternativa

En 2020, en el contexto de la pandemia del covid-19, se generan cambios en el sistema agroalimentario, tanto en sus dinámicas de distribución como en el ambiente de la opinión pública. En el primer sentido, existieron limitaciones para la operación de los espacios de comercialización y de acopio, así como un crecimiento de la importancia en el mercado de alimentos por parte de tiendas virtuales (plataforma de intermediación de la oferta por un proveedor) y de market places (plataforma de intermediación de contacto por un administrador del sitio web). En el segundo sentido, principalmente a través de redes sociales, se evidenció la difícil situación de la agricultura campesina, familiar y étnica comunitaria para comercializar sus productos debido a la estructura del mercado donde predomina la intermediación.

En respuesta a las restricciones de movilidad durante la pandemia, las grandes superficies fortalecieron la oferta en medios virtuales4. El sector de alimentos, que en tiempos de prepandemia no representaba si quiera el 0,05% del comercio electrónico, en 2021 pasó a ser el 3% de este (con un crecimiento del 600% en menos de un año, según la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico).

En ese contexto, las prácticas de los consumidores varían de aquellas propiciadas en los espacios de compra y de comercialización presenciales. La experiencia de usuario en el espacio web se vuelve central, la imposibilidad de manipular el alimento y la toma de decisiones de compra a partir de una foto inalterable se hacen habituales, la interacción de los consumidores con los demás actores del sistema agroalimentario se limita o moldea de formas diferentes a las que puede facilitar la presencialidad, la intermediación se hace más protagónica.

Mientras que el comercio a restaurantes se contrajo, como en el caso de plataformas como Frubana (que surgió en 2018 como parte de una empresa de domicilios por demanda y proveía a más de 4000 restaurantes en tres países en 2019), el comercio a hogares tuvo un rápido crecimiento (no hay estadísticas construidas al respecto para Colombia).  Lo anterior se observa principalmente por el posicionamiento de las tiendas virtuales de las grandes superficies, el surgimiento de plataformas de ‘productos del campo’, las acciones del gobierno nacional y los gobiernos locales por promover la oferta en línea de productos frescos de organizaciones campesinas, así como la respuesta de algunas apuestas populares por llevar sus escenarios de comercialización de la agricultura campesina, familiar y étnica comunitaria a medios virtuales de conexión con las familias consumidoras (sitios web, aplicaciones en celulares o mensajería instantánea).

Con respecto a estas últimas, la comercialización virtual dentro de la lógica de los circuitos agroalimentarios supone, al igual que los ejercicios presenciales, una apuesta por fomentar la ruralidad, la alimentación sana y la multifuncionalidad de la agricultura campesina, familiar y étnico comunitaria. En este punto es necesario analizar algunas cuestiones:

(1) ¿es viable la comercialización virtual alternativa?, considerando la dinamización de las actividades presenciales y del fortalecimiento de las grandes superficies y los market place de productores de monocultivo y largas cadenas de intermediación; así como, también, los retos para plataformas y productores frente a la logística y transporte.

(2) ¿la comercialización mediante medios virtuales sigue siendo un escenario de transformación social?, teniendo en cuenta los retos para consumidores frente a la confianza en los procesos alternativos y a su capacidad e interés en formarse e informarse para tomar sus decisiones de consumo y de relación con el alimento, así como para productores para seguir construyendo desde principios solidarios a la distancia y sin el encuentro directo con consumidores.

(3) ¿cuál es el alcance de los diferentes tipos de comercialización virtual alternativa frente a los consumidores que abarca, las formas de producción que impulsa, las oportunidades de innovación social y crecimiento que visualiza?

Son muchas las incógnitas que se suscitan acerca de estas formas de comercialización, por ello es necesario hacer un seguimiento al comportamiento de estos y buscar las alternativas necesarias para que la comercialización virtual proteja la autonomía de los y las productoras de la agricultura campesina, familiar y étnica comunitaria, permitiendo a más consumidores adquirir productos sanos, locales y a buen precio.


[1] Yubisa María Arredondo Sánchez, economista y máster en planificación territorial y gestión ambiental, directora ejecutiva de la Asociación de Trabajo Interdisciplinario – ATI.

[2] María Jennifer Novoa Alvarez, economista, antropóloga y máster en gestión y desarrollo rural, profesional del área económica de la Asociación de Trabajo Interdisciplinario – ATI.

[3] 2022

[4] “En 2021 el comercio electrónico ha mantenido la tendencia observada en 2020: de enero a septiembre de 2021, los niveles de ventas digitales en Colombia se mantuvieron por encima de los registrados en el escenario prepandemia, de manera que, durante el tercer trimestre de 2021, las ventas en línea tuvieron valores cercanos a los 10 billones de pesos, es decir, 79,6 % más que las ventas del mismo trimestre de 2019 y 31,7 % mayores que las ventas observadas durante el tercer trimestre del 2020”. Cámara colombiana de comercio electrónico: www.ccce.org.co

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